domingo, abril 16, 2006

NUESTRA MISIÓN

La Iglesia Discípulos de Jesucristo tiene por misión: dar a conocer a la sociedad la Persona del Señor Jesucristo; anunciar el Evangelio del Reino de Dios y formar discípulos cristianos capaces de desarrollar virtudes, hacer buenas obras y multiplicarse en nuevos discípulos.

1. Dar a conocer a la sociedad la Persona del Señor Jesucristo.-
Jesús no es sólo un gran maestro judío, predicador de una doctrina de amor, sino también el Hijo de Dios. No hay que entender tal designación como si Dios hubiese tenido un "hijo", a la manera humana, independiente de Él. En realidad Jesucristo es el Unigénito Hijo del Padre, es decir un Hijo Único que en esencia es Él mismo (San Juan 3:16). Dice la Biblia que Jesús es el Verbo de Dios, la Palabra viva de Él (San Juan 1:1-3), por medio del cual fueron creadas todas las cosas. A la vez es "el primogénito de toda Creación" porque existe desde el principio de los tiempos, antes de todo lo creado (Colosenses 1:15). También habla de Jesucristo como "el resplandor de su gloria, la imagen misma de su substancia" (Hebreos 1:3); si Dios es luz, Jesucristo es la luz del mundo (1 Juan 1:5); si Dios es amor, Jesús es el amor personificado (1 Juan 4:8). El misterio de la deidad de Jesús y su unidad con el Padre y el Espíritu Santo no es algo fácil de entender, pero sí podemos vislumbrarlo cuando comenzamos a vivir la fe de Jesús y a experimentar su amor en nuestro interior.

Jesucristo es la más fascinante de las personalidades de la Historia. Él cambió completamente el concepto de nuestra relación con Dios. Antes de Él, todas las religiones intentaban a través de sacrificios y formas de culto, acercarse a Dios; luego de revelarse Él nos damos cuenta que la reconciliación y relación con Dios, Él mismo la provee a través de la fe en su sacrificio de cruz, definitivo y perfecto. Con razón Juan el Bautista dijo "Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo". La salvación es un don, una dádiva, un regalo del Padre a través de Jesús. Conocerle a Él es liberarse de pecados, culpas, traumas, heridas, complejos, conceptos errados de la Divinidad, egoísmo y todo tipo de barreras psicológicas y espirituales que hacen infeliz al ser humano (Efesios 2:4-9).

Por lo tanto para nosotros, los discípulos de Jesucristo, no hay nada más importante que dar a conocer a la sociedad Su Persona.

2. Anunciar el Evangelio del Reino de Dios.-
El mensaje que Jesús predicó en Galilea y todos los pueblos por donde anduvo, hasta llegar a Jerusalén, es una buena noticia para el ser humano. Evangelio significa "buena nueva", la cual consiste en que Dios desea establecer Su gobierno en esta tierra, Él quiere que cada hombre y mujer le obedezcan, sigan sus normas, leyes y principios de vida, para que sean felices. En los 10 mandamientos están expresados esos principios que pueden hacer de nuestra vida algo adecuado para Dios y la sociedad; en el Sermón del Monte y sus bienaventuranzas Jesús explica el modo en que el Padre desea que vivamos. Incluso al enseñarnos a orar, nos dice que pidamos a Dios "venga a nosotros tu reino". El reino o gobierno de Dios es algo muy deseable para todo cristiano. El Evangelio de Jesús, su mensaje, tiene un apellido "del Reino de Dios" (San Marcos 1:14,15).

Como en todo reino hay un rey o señor, los cristianos aceptamos que Jesucristo es nuestro Señor, el legítimo gobernante y dueño de nuestras vidas. Soltar las riendas de la vida personal y permitir que sea Él quien la gobierne, es un acto de humildad y sumisión esperable de un discípulo de Jesús. Sobre el tema hay muchas palabras del Maestro, como aquella en que dice "el que quiera venir en pos de mí, tome su cruz y sígame". La renuncia al mundo, a los deseos de la carne y al reino de tinieblas de este mundo, será parte de la nueva vida de un cristiano convertido a Jesús.

Una de las tareas más importantes planteadas al discípulo de Jesucristo es compartir el mensaje a otras vidas que sufren por estar lejos del Señor; anunciar el Evangelio del Reino de Dios.

3. Formar discípulos cristianos.-
Jesús formó discípulos, seguidores de sus enseñanzas tanto en la transmisión oral como en su comportamiento. Ser un discípulo del Maestro significa pensar, sentir y actuar como Él; y esto se logra a través de un largo proceso llamado "discipulado". Los propósitos de este método formativo cristiano son tres: a) desarrollar las virtudes de Jesús; b) hacer buenas obras; y c) multiplicarse en nuevos discípulos.

a) Que el discípulo desarrolle las virtudes de Jesucristo.
Hay cuatro virtudes básicas a desarrollar en todo discipulado: fe, paz, amor y esperanza. El árbol de las virtudes cristianas contiene las tres virtudes teologales: fe, amor y esperanza, y cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Todas estas virtudes están estimuladas y apoyadas por los dones del Espíritu Santo y producen frutos espirituales. Su desarrollo nos conduce a las nueve bienaventuranzas. Para el samaritano y el discípulo lo mejor es procurar desarrollar la virtud del amor, que es la virtud de Cristo por excelencia, y que se desglosa en: paciencia, bondad, humildad, delicadeza, altruismo, serenidad, jovialidad, compasión y magnanimidad (1 Corintios 13:4-7).

b) Que el discípulo produzca buenas obras en su vida.
Así como el árbol se conoce por sus frutos, al cristiano se le reconoce por su actuar, por sus obras. Usted sabe que un árbol es peral porque ve sus peras, sus frutos. Cuando usted conoce a un hombre que perdona, que hace el bien a su prójimo, o realiza otras conductas propias de un seguidor de Jesús, usted dice: esta persona es cristiana, es católica o es evangélica. Si yo escucho a alguien que predica el Evangelio en todo momento o le veo acudir a misa o a su iglesia continuamente, puedo decir "parece que es evangélico", "parece que es católico" y aún "parece que es cristiano". Pero muy diferente es cuando le veo actuar como Jesús. Allí no parece un cristiano sino que puedo estar seguro de que lo es. Una cosa es ser y otra parecer. El auténtico cristiano expresa su fe a través de sus buenas obras (Santiago 2:14-18).

c) Que el discípulo tenga hijos espirituales.
Que se multiplique en nuevos discípulos. Así el discípulo podrá alcanzar la máxima madurez en su vida cristiana, promoviéndose a lugares superiores en la escala de responsabilidades. Sabemos que una persona es ya adulta cuando tiene hijos y es capaz de criarlos y formarlos. Del mismo modo es en la vida espiritual: un cristiano maduro es el que produce hijos espirituales. Tener hijos no es solamente evangelizar a otros y llevarlos al pastor o al cura para que los atienda. Padres responsables son los que procrean y luego se responsabilizan de sus hijos, les conducen hasta la madurez y les acompañan durante toda su vida. Aún se preocupan de sus nietos. "La corona de los ancianos son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres" (Proverbios 17:6). La alegría del padre son sus hijos, la corona sus nietos. La mayor alegría de un tutor es que su discípulo se multiplique. La mejor muestra de vida para un discípulo, es ser padre espiritual (San Juan 15:8)

Si cumplimos a cabalidad en cada uno de nuestros integrantes los propósitos antes enunciados, no solamente estaremos desarrollando nuestro programa como Iglesia Discípulos de Jesucristo, sino también poniendo en acción la gran comisión dada por Jesucristo a sus apóstoles:

"Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado;
y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"
San Mateo 28:19,20